nDel grifo

No me refiero al embrollo mórfico mitológico, sino a esa cosa parada en las esquinas que ocupan los bomberos cuando algo se está quemando. Su antecedente acuático ni mencionarlo. De su carácter funcional menos aún. De su posición, privilegiada en la esquina, quizás.
La primera vez que vi uno con recuerdo (hemos visto, pero sin recuerdo es como si no existiera), tenía unos tres o cuatro años, y la verdad es que me llamó la atención por su color: Rojo. O casi, por que mas bien el color latigueaba sobre el fierro original, algo sucio en aspecto, pero lo suficientemente simpático perceptualmente, como para adquirir una dimensión de prioridad a mis cortos años. De lo simpático (palabra odiada por muchos actores estetas) me resguardo su similitud con una galería sin fin de personajes de niñez. Nadie puede negar que el grifo tenga una nariz o una boca, y que también tenga un gorro, algo así como un casco de seguridad que sin duda ha de retener un montón de ideas húmedas. Para mayor asombro, poseía el tamaño de cualquier humano de mi edad.
De los antiguos grifos me llama profundamente la atención su fabricación tubular, cilíndrica con relieve en el centro, que es parte de otro tiempo en donde todas las cosas merecían un decoro. O un atisbo de mano ociosa, que mas allá de lo funcional proclame su virtud ornamental, para mantener a nuestro criterio estético en actividad, sumergirlo en delirios profundos y que encumbren la idea por sobre el qué el cómo y el porqué; La necesidad de la caracterización, mediante elementos formales de una cosa cualquiera, quizás sea el tema de todo esto. Sin inquietarse demasiado, mi participación en este escrito acerca del grifo, va por este rincón del pensamiento. Para mí un grifo en desuso o sumergido en una población donde nunca hay incendios tiene la misma importancia que la de un grifo amarillo reluciente, en la esquina más importante del pueblo. Antes eran rojos, hay países en donde todavía conservan este color, verdes incluso. Pero pareciera que el amarillo es el más importante. No olvidar que es el color cálido que avanza más que ningún otro, por lo que acarrea atenciones y también el acaparamiento del entorno, situación secundaria problemática para otros objetos que circunden a nuestro grifo; entonces, árboles edificios y demases adoptan un comportamiento de estrecha información visual, cuando acompañan en su estado estático a cualquier grifo amarillo, pequeño como ya hemos dicho y de absoluta condición artificial. Un grifo en el páramo es centro de interés total, en una avenida es un punto de quiebre a la horizontal moribunda, y en medio de la ciudad será el perpetuo acabose tensionado de nuestra mirada. Tanto así que todos hemos tocado uno. Yo por lo general lo toco todo, sobre todo casas y edificios antiguos, tal personaje de Dostoiewski. (Que idiota).
Últimamente el grifo se ha convertido en diversas opciones a la hora de denotar su proximidad con lo ciudadano. Es pieza cerámica de artesanos (me interesa la razón de la opción), mono animado de una empresa de aguas, con nombre de fantasía y todo. Eternamente un meadero de perros. Simbólicamente significa un resguardo, y para otros la forma lúdica de veranear barato, en el sol de la vereda pública pop.
Tantas capas de pintura, sobre los grifos más antiguos, en un pésimo manejo de restauración, han hecho del objeto una masa irregular. Movediza y carente de su singular y original figura.
¿Qué es un grifo para mí? Es una corta línea vertical amarilla, que me saluda cuando paso cerca. Yo le toco la nariz y le respondo: Es nuestro saludo a la mutua inercia.

3 comentarios:

Profesora Yeny Díaz Wentén dijo...

El grifo es una personita estática, dueño de alguna esquina, con buen sombrero y una gran boca.

Tonia dijo...

Y bien. Jamás vi un grifo "rojo" en mi vida. Pero son contemporáneos del chancho amarillo que usan los en piedra y del "saca-aceites" del almacén. (Y no digay que no los conoces, porque no eres más joven que yo).

Al igual que uté Eñol, yo le amo a los Señores Grifos, cuando niña les daba besos (estaban a mi altura, siempre tocando no!, jeje), pero sus besos no me gustaban, por la actitud hocicona de sus bocas. .

Otros de su especie: extinguido buzón de las esquinas (tb), buzoncito de la entrada de las casas (ahora ni el cartero los pesca), pesas a media cuadra (en Conce, te acorday?, todavía funcionan con $10).

Otro que no era como el grifo, pero que no puedo encontrarlo y ahora me acordé: El niño diablo que colgó de las paredes de casi todas las casas durante la época del Dictador Perrochet (fenómeno importante en mi vida, fruto de miles de inútiles análisis).

Se agradece la estimulación cerebral.

Anónimo dijo...

holaaaaa
me parecen muy bonitos tus trabajos he interesantes me gustaria saber, si han creado algún proyecto para que esta ciudad despierte y mas gente pueda apreciar esto..
que falta publicidad??
interes??
mas difusioón por los artistas angelinos
la verdad es que veo que su hermoso arte sigue siendo para uds.
me encantaría volver a mi ciudad cada invierno
y disfrutar de la cultura y arte como lo hago en la capital..
respondannn
quiero saber que sucede y si han hecho cosas
la verdad que acá nuca se sabe lo que sucede.

zaidamontero@gmail.com