El circo de las águilas humanas…un zoomorfo. Me despierta su propaganda a megafonazo limpio. Le contribuye en ruido una caravana de cabezas que manejan autos, de las cabezas salen brazos, que sin hallar más que hacer, tocan la bocina esquizofrénicamente, como signo de adhesión a un candidato a alcalde. Donde yo vivo un alcalde es como un patrón antiguo de un fundo espacial, en un planeta perdido en un campo seco, a la orilla de un camino seco también, donde no pasa ninguna cabeza tocando bocinas, ni cruzan animales lentos y no hay señales urbanas, salvo un letrero gigante de madera vieja, que dice “Gracias por no arrepentirse”.
Olvidé mencionar la sirena de los bomberos, que anuncia que es mediodía. A tan sólo una cuadra de distancia, me ha quedado más que claro.
Qué mañana más horrible se ha tenido, luego de comprobar que ya es la tarde.
(El patio, la casa, el jardín que no existe, todo, todo ha sido inundado de basuras y papeles enrollados con una cara interior de vergüenza.)
Antes de todo el barullo amorfo de trapecistas y payasos de toda índole, me encontraba soñando algo en donde aparecía un gusano, del porte de una baggette. Se rellenaba y tomaba volumen gracias a un millón de pequeños bichos pequeños, que eran contenidos en esta especie de bolsa tubular, asquerosamente transparente. El bicho reptaba, se enroscaba y estiraba contorsionando y moviendo todo su excremental cuerpo.
Como en algunos sueños, me pregunto y respondo visualmente de forma veloz. Entonces, realizo la pregunta (quién sabe a quién): ¿Y este animal tan feo, por dónde mira? Locuaz estímulo para seguir el trance, pues inmediatamente me percato que el maldito tubo orgánico tiene ojos, unas aceitunas blanquecinas, como de animal muerto, que semi sueltas adentro de la tripa misma: me observan.
Lo interesante como aporte de este animalejo, era que reciclaba, o más bien eliminaba papeles, pues los bichos antes mencionados que formaban su masa, que en definitiva parecían pequeños escarabajos, meaban las hojas de diarios y revistas viejas con un chorro digno del mejor actor porno, oxidándolo rápidamente, para luego comerlo. El argumento de esta lombriz gigante me parecía tan convincente, que le colaboré con un bulto de dibujos sobre papel y cartón que ya no me gustaban...
Cuando termino de escribir esto, la camioneta ordinaria del circo con su propaganda tristona a luca, ha pasado por tercera vez.

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